jueves, 7 de febrero de 2013

DJANGO SIN CADENAS



Por @cesaracostamx


Si Quentin Tarantino (Pulp Fiction, Death Proof) no ha ganado el Óscar como Mejor director, y seguirá sin hacerlo (este año ni siquiera está nominado); no es porque sea malo en ese ramo, es porque su trabajo está fuera de los estándares de la industria Hollywodense; él hace algo que no es común, algo más allá de lo normal.

En Bastardos sin gloria (Tarantino, 2009), ya nos había mostrado lo que podía lograr con una trama que salía de lo histórico para adentrarse en lo surreal, y ahora con Django sin cadenas (Django Unchained) no es la excepción. Tarantino llevaba varios años trabajando en este proyecto para mostrar lo que sufrían los esclavos negros y por fin lo puede plasmar en la pantalla grande en un género que cataloga como “southern” lleno de diálogos inteligentes, además de tomas y escenas exactas.

La película tiene una secuencia inicial que raya en lo excepcional con paisajes nevados en algún lugar de Texas, una larga caminata situada antes de la Guerra Civil estadounidense, específicamente en 1858, y una gran canción del compositor argentino Luis Bacalov. Todo sigue en la misma sintonía hasta que en medio de la noche King Schultz (Christoph Waltz), un caza recompensas disfrazado de dentista, encuentra a Django y mata a uno de sus captores y al otro lo deja mal herido con tal de comprar a Django, a quien necesita para uno de sus trabajos. Es ahí donde se nos muestra de qué va la película. Balazos, mucha sangre y venganza.
Schultz hace un trato con Django para que este último identifique a los hermanos Brittle, un trío de asesinos despiadados a quien quiere vivos o muertos. Ya cumplida la misión, Django es libre y buscará a su esposa, quien fue vendida por separado. Schultz se siente con responsabilidad sobre el esclavo y decide acompañarlo en su camino. Broomhilda (Kerry Washington), la esposa, es esclava de Calvin Candie (Leonardo Di Caprio) un algodonero de Mississippi a quien le gusta la lucha de Mandingos, esclavos peleándose hasta morir, y a quien deben engañar para conseguir su libertad.

Los horrores de la esclavitud, y la violencia que ya es característica del director de Kill Bill, se muestran claramente en escenas como en la que un esclavo es descuartizado por una jauría de perros, los azotes que recibían por el simple hecho de romper unos blanquillos o la cantidad de kilómetros que debían caminar descalzos por tierra,  hielo o lo que fuera. 

Pero esa violencia no es hecha al vapor, Tarantino la plasma de manera tan sutil que llega a ser un arte por la forma en que arma cada escena, lo que hace para transmitir cada sentimiento acompañado de una selección musical impecable, divertirte en grandes lapsos y hasta perturbarte, como el hecho de colocar sangre y sesos sobre plantíos de algodón o mucha sangre cuando le disparan a alguien.

Jamie Foxx (Ray, Miami Vice) personifica a Django, un esclavo negro que busca venganza. Impulsivo y analfabeta, pero que el deseo de rescatar a su esposa lo hace sobresalir, aprender lo que necesita hasta llegar a ser inteligente y cumplir sus objetivos.

Por su parte, Christoph Waltz (Inglourious Basterds, The Three Musketeers) es el favorito de Tarantino en estos tiempos y una vez más le roba el protagonismo al personaje principal, y cómo no hacerlo si su carisma se nota a primera vista. En esta ocasión también interpreta a un alemán (nacionalidad que de igual forma ostenta este austriaco), quizá para que sigamos en la tónica de Bastardos sin gloria. Su actuación como el Dr. King Schultz es sublime, muestra sus tablas como actor y su profesionalismo es excepcional, aunado a la ironía y el humor que refleja en pantalla que ya le valió un Globo de Oro y un premio del Sindicato de Actores por este papel.

Leonardo Di Caprio (Titanic, El aviador) es un algodonero que en un inicio se ve tranquilo, pero cuando revela su gusto por la pelea cuerpo a cuerpo se nota lo que lo mueve y con lo que se entretiene. Cuando se trata de negocios, quiere todo para él y no deja que nada le salga mal y mucho menos que jueguen con su inteligencia. No le fue suficiente para hacerse de la nominación al Óscar como Mejor actor de reparto, misma que se la ganó Waltz quien va con paso firme para ganar.

Samuel L. Jackson (Thor, Iron Man) nos enseña a Stephen, un personaje que traiciona a su raza. Es un esclavo negro que está al servicio de Candie que le ayuda a conseguir sus objetivos sin importar si daña a los suyos. Jackson hace algo conforme a lo que le hemos visto como la voz para Carl Johnson en el videojuego GTA: San Andreas y aunque su participación es poca, es de gran calidad.

Un cameo de Franco Nero, quien en 1966 hizo Django, una película española de la que Tarantino varias cosas, y una aparición del propio director, son algunas cosas que también podemos ver en la película la cual quizá no sea el mejor trabajo de Quentin, pero sí es el más violento.

Mucho revuelo ha causado en Estados Unidos por el uso de la palabra “negro”, pero a Tarantino no le importa, él está seguro de lo que hizo y que es eso lo que deseaba.

Django Unchained está nominado a cinco premios Oscar: Mejor película, Mejor guión original, Mejor actor de reparto, Mejor fotografía y Mejor edición de sonido.

Si te gusta la acción y la sangre, debes ver ésta película. De lo contrario, no vayas. Recuerda, es Tarantino y tú tendrás la mejor elección.

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