Por Fernanda Sánchez
@Mafersar
Dió tres codazos y un manotazo a Lewandowski, recibió dos a cambio. Para muchos no debió acabar el partido, para otros fue el modelo para vestir un traje de héroe. Líder y capitán nato, con fuerza, coraje, valentía, entrega pero sobre todo mucho corazón, el sevillano enfrentó la semifinal de vuelta. Si Mourinho no hubiera jugado en Dortmund con un trivote y lo hubiera puesto de central, las cosas hubieran sido muy distintas y no estoy jugando a la vidente -que bien podría serlo pues anoche soñé con que el andaluz marcaba y miren que no le voy al Real Madrid- los números son claros, como central, Ramos es prácticamente infranqueable.
Si tengo que aceptar una predilección por Sergio lo hago y ya está, sin problema lo acepto. Porque es ese jugador capaz de cometer el peor error o las mejores metidas de pata que provocan la burla mundial y sirven para que nos riamos un rato como tirar una copa o confundir partidos de grupo con los de eliminación directa, también es capaz de levantarse de aquellas de las que pensamos no lo haría. Hace un año el mundo entero se reía por aquel penalty fallado frente al Bayern en esta misma instancia, dos meses después se redimió con una joya a lo Panenka en las semifinales de la Euro. Eso tiene Sergio Ramos, un sevillano que muchos tildan de tonto. Vaya que no lo es, a lo mejor será ignorante en muchas cuestiones, si así lo quieren ver, pero en su profesión no lo es, es lo que cualquier futbolista en potencia debe tratar de imitar para después ponerlo en práctica. Este deporte sería un poco mejor si la mitad de los futbolistas del mundo tuvieran el corazón que este central tiene, raza pura. Ya lo había dicho su entrenador la semana pasada: es muy emocional. Apenas terminó el encuentro rompió a llorar y no hubo consuelo alguno, es tal vez la imagen del madridismo esta temporada junto a la tristeza de Iker Casillas al soportar el banquillo.
Qué injusto has sido José Mourinho. Con sólo tres títulos y provocando la división del madridismo has fracasado como entrenador del Real Madrid y te has querido cargar a dos grandes jugadores contigo. Ramos encarnó hoy a un jugador lo más parecido al llamado Juanito -quien no me crea no vió el partido- en 20 segundos fue capaz de soltar una pared de taquito y rematar 2 veces de cabeza frente a la portería y es defensa central. Corrió como ninguno, se entregó como ninguno. Ni Ronaldo, ni Higuaín, Ni Di María, Ni Özil pelearon tanto como él; 1500 MDE ha gastado el Real Madrid en encontrar un “killer” desde la última vez que conquistó una orejona y resulta que la esperanza, el pundonor y hasta el gol lo consiguió un central. ¡Vaya buena inversión! Por supuesto me refiero a los 27 MDE que en su día pagó el Real Madrid por Ramos, ya que a día de hoy el central ha duplicado su precio y ni hablar de su nivel: está convertido en el mejor central del mundo, ni más ni menos.
Será en otra ocasión, en otras condiciones pero con el mismo madridismo unido que se vió hoy en La Castellana y Concha Espino, porque eso necesita el Real Madrid. Volver a creer en sí mismo y en su gente, olvidar lo que ha dejado Mourinho porque aunque fueron 2 semifinales consecutivas de Champions League el fracaso es el mismo, lo más grande que deja el entrenador portugués es la división del madridismo, desde vestuario hasta afición, eso no se puede permitir. Mientras Iker y Sergio lloraban la derrota, Mourinho se decantaba por hablar de su amor con Inglaterra y se olvidaba de su actual equipo cuando más le necesitaba, eso no cabe en el madridismo. Es un técnico exitoso, nadie lo discute, lo ha ganado prácticamente todo pero no en el Real Madrid y no triunfar en este equipo es una gran mancha para su palmarés, sobre todo porque se le entregó el poder y se hizo lo que The Special One quiso, se fue Valdano piedra angular de la concepción del fútbol en este equipo y llegaron quienes Mou quiso, algunos no tienen ni cabida como Essien.
No hay pretexto alguno para justificar lo no conquistado, ni siquiera la prensa. Parece ser este el fin de la era Mourinho que termina con más fracturas que facturas por premios conquistados. Así es el fútbol y seguramente para ambas partes este deporte tendrá preparado algo para disfrutar el día de mañana, al menos esta temporada no ha podido ser. Las lágrimas de Ramos se fundieron en el abrazo de Iker para inundar a un blanquísimo Santiago Bernabéu que esta noche no presenció una gesta heroica pero que ya aguarda la noche en que pueda festejar la ansiada décima Copa de Europa.